Varada detrás de ella vive su vida atrapada en el pasado,
su misma cabellera larga llena de gracias dorada, sus
ojos verdes mañanas con su manantial de lagrimas, su
pecho grandes delirios que otras bocas se comieron; y
sus cadera aceitadas en olivo, sueltas en ramas al viento.
Y sus labios rojo tinto como vino, hechos de miel y
esmeraldas talladas como las prenda de reinas, también
los tiene en su cara el fantasma de su hembra. Es toda ella
en otros tiempos observándola, esfumada en su destino
de modelo de los sentimientos que sentimos sin tenerlos.
Viva ella como manda, en el reflejo del hada que le habla
cara a cara. Que le pregunta mirándola por qué la ha
dejado atada en la distancia, sueltas las piernas, las
manos blandas, la espalda a secas y la cara toda sudada,
sola entre muros, borracha y olvidada, despreciándola.
¿Por qué en ella ya no piensa cuando se levanta? ¿Por
qué si murmuran calla y pasa el día acostada y entre
sabanas? ¿Por qué si de amor le hablan?; ¡responde
siempre acabada! ¿Por qué su mirada cándida ya no
destella el incienso de sus fecundas entrañas…?
¿Y por qué? Si el mundo le da esperanzas como agua,
en vez tomarlas, se inmola retorcida sobre llamas…
Señora Dama, vuestra eternidad sonrojada le acompaña.
De bardos, ramos, guitarras y de letras que la calquen
placida, vivirá regocijada. Desnuda sobre una butaca
se contornará erotizada cuando le cante una nana,
sobre pentagramas clásica su melodía se oirá alta; y
en la radio de la casa, si la sintoniza al alba ya roseada.
Escuchará mi voz, que le hablará acalorada desde la
ventana, como un trino de cigarra hecho palabras.
Señora, Dama, detrás de usted vuela un hada que le
ha traído su varita cárnica. Ella siempre la acompaña y
el pensamiento le abarca a boconadas. La sigue, la
persigue y le da palmas si vuestra llegada atrasa; y
la escolta, si de ronda, alguien le roba la mirada.
Señora Dama, se le impone un cara a cara con su
alma, con el Hada que angustiada la reclama en la
distancia, con la falda que perdió en la madrugada,
con el beso que me dio y que ahora rechaza. Con
su todo, con su nada; y con vuestra alcoba que calla.
Como el humo que partió de un campo en llamas,
cuando el Fénix en cenizas liberó sus alas lánguidas,
e incineró las pasmadas. Como barca que navega
ya mareada avistando un horizonte en calma; y al
poniente por un beso, llega a puerto y suelta ancla.
Señora, Dama, se le impone la ilusión sin más
desgracias, diga algo por favor pues hace falta.
Si callada su expresión siente que alaga, reviva
la estampa que en su alcoba disfrutó, llena de
bardos que cantaron a la Venus Angustiada, de
ramos de rosas blancas que florecían al mirarlas;
y de guitarras y versos que susurraban candor…
Que al adiós envuelta en sabanas reflejaron la
velada, con los sueños que inspiraron su razón…
Señora Dama, vuestra alma la convoca al corazón.
Picture Courtesy of Caya Modèle Pro by Daniel Lerouge.
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